No te engañes, no es que los socialista no acepten su derrota electoral.
No es que no admitan que otros puedan estar intentando hacer lo que ellos no pudieron.
No es que no quieran reconocer que solo saben derrochar lo que les entregamos para que lo administren.
No es que deban reconocer que se han equivocado y lo que sus errores nos han hecho perder.
ES QUE QUIEREN QUE DONDE ELLOS NO ESTÁN, NO ESTÉ NADIE.
Prefieren destruir lo que tenemos, dejarnos sin nada, antes de perder el control de lo que somos y tenemos.
Coincides con ésta reflexión? Piensas que es cierta ?
Pues no permitas que nuestro futuro quede en manos de gente así:
- Gente que se embolsa el dinero de todos,
- Gente que coarta las libertades.
- Gente que beneficia a los suyos para mantenerse en el poder
- Gente que no respeta los derechos que consagra nuestra CONSTITUCIÓN.
No les importa si otros pueden hacer las cosas bien, desinteresadamente y con la medida de lo justo.
Los POPULARES hemos tenido que aguantar las ofensas socialistas, denominadas por ellos como ataque de "titulitis", cuando nuestra Portavoz Cristina Fernández tuvo que llamar la atención públicamente al alcalde socialista Sebastián Rueda, cuando ésta le recriminó advirtiéndole que LECCIONES LAS MÍNIMAS.
Pues resulta que nuestro alcalde Sebastián Rueda ha debido conseguir su título a costa del dinero de todos los malagueños, cuando la Diputación estaba dirigida por el también socialista Salvador Pendón.
Si el dinero que nos ha costado a todos que Sebastián Rueda sea "Técnico en Administración de Empresas" nos hubiera servido para que trabajara mejor y lo hiciera con aprovechamiento de todos, hasta hubiera sido razonable.
Pero que haya gastado el dinero público en formación y que no demuestre haber aprendido nada, debiera estar castigado con la devolución del costo de la formación por falta de aprovechamiento.
Eso por lo que a Sebastián Rueda se refiere, pero por lo que a los líderes socialistas provinciales se refiere, la noticia de la que nos hacemos eco, no merece más que un calificativo, que no nos atrevemos ni a pronunciar.
Descalificar pretendiendo hacer ver que una cosa hecha por el mismo que lo critica es impropia, cuando antes defendió lo contrario porque se ajustaba a la norma, es vil y el que lo hace ha de asumir este epíteto como suyo.